viernes, 9 de agosto de 2013

Estar por fuera.

La manera simultanea que ocurren los días, no se detienen, la vida no espera a que estés libre, el amor simplemente no espera nada. Vas con la atadura de la que no te das cuenta, caminas en círculos y sientes que han sido kilómetros, luego alzas por fin la vista y ves el mismo paisaje, las mismas personas alejándose, los niños de pronto crecieron. Luego decides caminar en línea recta y alzas la vista, ves a alguien, sólo a una persona, y te detienes, de pronto el aire se torna cálido, el ambiente frío y no percibes ningún olor. Estás neutro, perdido. De pronto recuerdas la persona que viste, y vuelves a levantar la vista, está ahí, sigue allí. Te tranquiliza saberlo, te acercas, ella se acerca. Se toman de las manos, se besan, se aman con locura, te parecieron segundos, revisas el almanaque y ha pasado mucho tiempo, de pronto esa persona se pone a tu lado y da tres pasos laterales. Todos los días despiertas y miras hacia ese lado, la quieres besar pero sin razón no puedes acercarte demasiado. Cada paso esa persona se aleja los mismos tres pasos que dio en un principio y decides seguir caminando. En eso te tropiezas a muchas personas, algunas se quedan y te siguen y otras solo se quedan atrás, lo extrañas. Tienes a todos, y lo extrañas. Volteas, giras, caminas sin medir nada, y lo encuentras, en el mismo lugar, a pesar que lo dejaste una vez, piensas, piensas, pien... Neutro, de nuevo te atrapa, luego lo invitas a caminar y te sigue, de pronto te deja, sólo se va. Luego te das cuenta cómo  ocurre cada día, como transcurren si detenerse, cómo el amor no sabe esperar pero si que lo esperen, como la vida no te deja ser libre, entonces levantas la vista y percibes el mismo paisaje,  de nuevo en círculos.

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